¿PUNTO FINAL..O…PUNTO Y SEGUIDO?

La noticia era ya un clamor popular a través de las redes sociales en la tarde de ayer, horas antes de que se produjera. Como si de la mecha de un cartucho de dinamita se tratara, ejemplo muy poco acertado por cierto, el rumor de que la banda terrorista Eta iba a lanzar un comunicado en el que anunciaría el cese definitivo de su actividad criminal se convertía en un hecho pasadas las seis de la tarde.

Los terroristas a través de un comunicado remitido al diario Gara, declaraban el cese definitivo de su actividad armada y ponían así fin a casi cinco décadas de terror en España. En el comunicado se  indica que emplazan al Gobierno a abrir un proceso de diálogo directo para la resolución de las consecuencias del conflicto o lo que es lo mismo según mi opinión, buscar una salida para todos aquellos que por sus crímenes se encuentran encarcelados a lo largo y ancho del país.

Puestos a evaluar lo publicado, sinceramente y como yo lo veo, hasta que no condenen sus actos criminales poco podremos fiarnos de aquellos que ahora buscan una paz que evitaron en todo momento con actos de guerra. Porque, si de dejar las armas y generar confianza en la sociedad española se trataba, como mínimo podían haber mostrado su rostro en el vídeo difundido. ¿Qué teme aquel que desea entregarse o deponer las armas?

¿Pero podemos fiarnos de una banda que ha sembrado el terror en un país democrático durante décadas importándole poco los daños colaterales de sus actuaciones? En esta ocasión la banda terrorista asegura que es un compromiso «claro», «firme» y «definitivo». Adjetivos que no me acaban de dar tranquilidad porque no es la primera vez que se saltan un alto el fuego como ya hicieran en 2006. Un parón que anunciaron en aquella ocasión como «permanente».

Y sí ahora afirman que su compromiso será «claro», «firme» y «definitivo» solo cabe recordar que en los 829 asesinatos perpetrados lo tuvieron «claro», que a la hora de empuñar una pistola y asesinar a traición a tantos inocentes lo hicieron con el pulso «firme» y que lo único «definitivo» que hay, es que todas esas familias que perdieron a alguien por su, como dicen, causa política, no volverán a ver a los suyos por mucho que dejen las armas. Sea cierto o no, el daño es y será irreparable.

Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…

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